“¡En tu vida vuelvas a ponerme una mano encima!”, hispana confronta y denuncia a jefe australiano por acoso sexual

Janette emigró a Australia en 2019.

Janette emigró a Australia en 2019. Source: Janette Montes de Oca.

La mexicana nunca imaginó que después de unas semanas en su nuevo trabajo terminaría en el departamento de policía denunciando una presunta agresión sexual por parte del dueño de la empresa.


Janette Montes de Oca tuvo que renunciar a su nuevo empleo en Australia después de que presuntamente el dueño de la empresa le diera una nalgada mientras ella pasaba frente a él.

Aunque después de ser confrontado por la empleada, el propietario del negocio -de acuerdo con lo descrito por Janette- aceptó haber actuado mal y prometió que no volvería a ocurrir algo semejante, al ser interrogado por la policía el presunto agresor negó los hechos.

Para Janette no fue fácil acudir a la policía en Australia. La carga histórica de lo que ocurre en su país cuando se denuncia una agresión sexual fue un obstáculo emocional que tuvo que sortear con ayuda de su esposo.  


Puntos destacados:

  • El acoso sexual en el trabajo en Australia ocurre en todas las industrias y sectores, y a todos los niveles.
  • Después de la presunta agresión sexual a Janette no le quedó otra opción más que renunciar.
  • Muchas mujeres inmigrantes que son agredidas en Australia piensan que si denuncian va a ocurrir lo mismo que es sus países: serán revictimizadas y el agresor se saldrá con la suya.

El acoso sexual en el lugar de trabajo es frecuente y generalizado en Australia. Las estadísticas más recientes revelan que casi dos de cada cinco mujeres (39%) han experimentado acoso sexual en el lugar de trabajo y éste ocurre en todas las industrias y sectores, y a todos los niveles. 

El caso de Janette Montes de Oca, una mexicana que llegó en 2019 a Canberra, es tan solo un ejemplo del problema social que muchas mujeres enfrentan en sus lugares de trabajo y muchas veces en silencio, ya que el desconocimiento de las instancias de ayuda, los estigmas sociales y el miedo a perder el empleo muchas veces hacen que las mujeres no denuncien esta situación ante las autoridades. 

El impacto que esta situación tiene en la víctima, en su gran mayoría mujeres, no es solo físico o psicológico, esto también repercute en su economía y en el aspecto social.

En cuanto al empleador, esta situación representa una carga financiera real con la pérdida de productividad y la posible rotación de personal, entre otras acciones.

“¡En tu vida vuelvas a ponerme una mano encima!”

En el caso de Janette, ella relata que al momento que sintió la mano de su jefe en sus caderas mil pensamientos la invadieron. ¿Debía confrontar a su agresor? ¿Era mejor si ignoraba lo ocurrido? ¿Iba a permitir que el dueño de la empresa la tocara solo por conservar su empleo?
Lo que hice en ese momento fue voltear, lo miré a la cara y le dije: ¡en tu vida me vuelvas a poner una mano encima. No tienes ningún derecho a tocarme.
Janette tienen una larga trayectoria en el área de recursos humanos en México.
Janette tienen una larga trayectoria en el área de recursos humanos en México. Source: Janette Montes de Oca
Janette estaba totalmente desconcertada por lo que había ocurrido. Llevaba menos de dos meses en ese nuevo empleo. El primer trabajo formal que consiguió en Australia después de dos años de haber llegado y haber tocado muchas puertas.  

La mexicana nunca imaginó que algo así le pudiera ocurrir en Australia, sobre todo en un entorno laboral y que además el presunto agresor fuera el dueño de la empresa.

Después de confrontar a su jefe, a Janette no le quedó de otra más que presentar su renuncia. La presunta agresión echaba por los suelos todo el esfuerzo de los últimos meses de esta mexicana.

Un café fue el pretexto del presunto agresor para acercarse a Janette

Después de realizar sus practicas profesionales como requisito para concluir su curso de Servicio al Cliente, a Janette le ofrecieron quedarse a trabajar en el pequeño negocio. 

Sus tareas consistían en acomodar mercancía en los estantes, poner precios a los productos y atender a los clientes la pequeña empresa familiar, hasta que una mañana llegó el dueño del lugar y les ofreció un café a ella y al manager de la tienda.

El gerente aceptó la oferta, pero Janeth no. Ella agradeció la invitación y se encaminó a colocar las etiquetas en las que había estado trabajando minutos antes.
Iba yo saliendo de ahí. Estaba este señor parado y se le hizo muy fácil darme la nalgada. En ese momento yo me quedé pasmada.
Luego de confrontar al presunto agresor y presentar su renuncia Janette llamó a su esposo, quien enseguida fue a recogerla. 

Mientras esto ocurría Janette cuenta que el gerente de la tienda intentó calmarla y convencerla de que no renunciara.

“El me dijo: piénsalo, no te vayas, no va a volver a pasar. Además que a éste se le hace muy fácil andar nalgueando a las mujeres. Lo cual me hizo pensar que no era la primera vez que pasaba”, relata Janette.

Muchas mujeres inmigrantes temen denunciar por la experiencia en sus países

Al llegar al lugar y enterarse de lo ocurrido el esposo de Janette buscó al señalado para hablar con él. Janette relata que frente a su esposo el jefe aceptó lo ocurrido. 

Janette estaba muy contrariada y pensó en dejar el asunto hasta ahí, pero su esposo la convenció de que fueran a la policía a reportar la agresión.

La razón por la que Janette no quería ir a la policía es porque temía que pasara lo mismo que en su país, México, donde el sistema judicial está roto y muchas veces la víctima termina siendo abusada también por las autoridades.
Te tratan de convencer que no hagas la denuncia porque, aunque tú eres la nalgueada, tú eres la que termina con todo el conflicto encima.
Aún con todos estos estigmas y miedos Janette llegó a la policía a levantar una denuncia en contra de su jefe.

Janette se sorprendió gratamente del respeto, la empatía y tacto con el que la policía trató su caso. 

Después de 4 semanas la policía le llamó para informarle de los avances de la investigación. El presunto agresor había negado los hechos y el único testigo también. Aparentemente las cámaras de seguridad sólo eran para monitorear el día a día y no había grabación alguna de lo ocurrido.

"Me da mucho coraje que esto pase porque yo no estoy pidiendo dinero, yo no estoy mintiendo y lo que me están diciendo es que mi palabra no vale”.
Después de esa llamada, Janette fue contactada por los servicios de ayuda psicológica para ofrecerle apoyo para sobrellevar el caso. 

A casi 5 meses de aquella mala experiencia, y en el marco de las recientes historias de abuso sexual y violaciones que en las últimas semanas han ocupado las portadas de los medios de comunicación australianos, Janette reflexiona sobre la importancia de hablar de estos temas porque las agresiones pueden ocurrir en cualquier lugar. 

“Creo que hace falta una campaña -sobre todo porque somos un país multicultural- en donde se les de la seguridad a la mujeres de que van a estar protegidas, que no deben tener miedo, que no les va a pasar nada, que no va a llegar alguien a la puerta de tu casa a darte un balazo porque fuiste y demandaste algo que estaba mal. A veces eso es lo que nos detiene en nuestros países”.

Janette asegura que confrontar y demandar a su presunto agresor fue una reacción automática cuando pensó en aquellas mujeres que tienen que aguantar ese tipo de situaciones porque temen perder sus ingreso o su visa. 

“Creo que mi historia viene a demostrar que esto está pasando en varios ámbitos, no solo en el Parlamento”.

Escucha el podcast de esta historia presionando la imagen principal.


Si tú o alguien que conoces está siendo afectada por una situación de agresión sexual, puedes pedir ayuda al 1800 737 732 o visitar la página web 1800RESPECT.org.au.



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