El centro de detención de inmigrantes en la isla de Manus, en Papua Nueva Guinea estaba programado para cerrar ayer martes a las 5 de la tarde, después de más de cuatro años de funcionamiento.
El centro ha cerrado oficialmente, la electricidad se desconectó hoy por la mañana en algunas zonas, y se ha retirado el generador de electricidad.
La comida, el agua y otros servicios esenciales ya habían sido interrumpidos, y todo el personal se fue el martes temprano por la mañana.
Sin embargo hay un grupo de más de 600 hombres que todavía permanecen en el centro y que se niegan a irse, ya que dicen temer por sus vidas si se instalan en la comunidad de Papúa Nueva Guinea.
El residente Shamindan Kanapadhi de Sri Lanka dice estar muy preocupado.
"Todos los muchachos aquí están extremadamente preocupados y estamos tensos y frustrados. Los guardias se han ido de aquí y estamos preocupados de que la gente local pueda venir a atacarnos".
El grupo ha instalado sistemas improvisados de recolección de agua de lluvia y están almacenando todos los suministros que pueden.
Los hombres han utilizado cubos de basura de plástico como improvisados contenedores de agua.
Algunos de los refugiados dicen haber sido atacados y robados, y dicen que les falta servicios de apoyo. Uno de los refugiados, Shamindan Kanapadhi dice que no hay lugar para ellos en PNG.
"La gente local no quiere que estemos en su comunidad, y de hecho, el gobernador y miembro del parlamento dijo que ninguno de los refugiados debería venir a su comunidad, así que estamos realmente preocupados".
El gobierno de Papúa ha instado a los restantes internos a trasladarse al alojamiento de Lorengau, pero algunos de los hombres dijeron a la ABC que estaban preocupados por su seguridad después de que los locales saquearon algunas partes del centro el martes por la manana.
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