13 años de las revueltas de Cronulla que avergonzaron a Australia

El 11 de Diciembre de 2005 se vivió una revuelta, sin precedentes, de actos vandálicos y agresiones contra la comunidad árabe.

Cronulla riots

Cronulla riots Source: AAP

Se cumplen trece años de las revueltas de Cronulla. Una serie de incidentes violentos raciales, que durante una semana pusieron el suburbio costero de Sidney en el mapa de la vergüenza.

 

¿Cuál fue el desencadenante?

Todo empezó el 4 de diciembre de 2005. Un grupo de jóvenes de ascendencia libanesa jugaba en la playa de Cronulla, en Sidney. Los chicos fueron reprendidos por molestar a otros ciudadanos. Todo quedó ahí, pero al poco tiempo, unos socorristas de la playa fueron atacados y los jóvenes libaneses, acusados de agresión y de acoso sexual a jóvenes. Así se prendía la mecha de lo que estaba por llegar.

De inmediato, comenzaron a circular llamamientos y consignas, a través de SMS, y medios de comunicación entre jóvenes australianos blancos, llamando a la venganza contra los “lebs” (término peyorativo para referirse a los libaneses” y los “wogs” (término peyorativo para referirse a los no anglosajones). Los mensajes llamaban a manifestarse el 11 de diciembre, con el objetivo de mostrar que los extranjeros no eran bienvenidos y que eran la causa de problemas en la zona.  Incluso, el conocido locutor Alan Jones, hizo lo propio a través de la radio, lo que ayudó a extender el llamamiento contra la comunidad libanesa.

Los días siguientes, a modo de respuesta, se vivieron momentos de acoso y atracos en la playa de Cronulla por parte de grupos de libaneses y aumentando el odio racial.

Las protestas llegaron hasta la mesa política, el Premier de Nueva Gales de Sur, Morris Iema, hizo un llamamiento a la población pidiendo no tomar la Ley por su propia mano. Los actos y revueltas fueron a más a medida que avanzaban los días, al grito de detener la “invasión de Medio Oriente”.

 

El día “D”

El 11 de diciembre, más de 5000 personas, entre los que se encontraban grupos racistas y neonazis, se manifestaron para gritar consignas. Lo que parecía una protesta pacífica, se volvió violenta contra personas de rasgos árabes. Muchos de los alborotadores, bebidos,  vestían ropas con eslóganes como “Zona libre de Wogs”, “Orgullo Aussie” o “Unidad de limpieza étnica”, y cantaban consignas como “libaneses fuera”. Decenas de personas, de rasgos árabes, fueron atacadas y posteriormente atendidas en los disturbios entre los que se encontraban desde familias con niños, hasta grupos y organizaciones racistas. La violencia se extendió hasta Ashfield, al oeste de la ciudad, así como también a los suburbios del Sydney Occidental, con disturbios en Banckstown y Punchbowl.

El Primer  Ministro, John Howard, condenó los ataques, pero aunque negó que el racismo fuera un mal extendido en el país, quiso poner fin a ataques y rumores de presión sobre mezquitas, como la de Lakemba, que necesitó protección ante amenazas de grupos radicales.

El llamamiento se extendió, desde Perth a Brisbane y Melbourne. Los Premiers de Queensland, Peter Beattie y de Victoria, Steve Bracks, llegaron a calificar las revueltas de ideología nazi.

El 16 de diciembre, desde Melbourne, partió una caravana de jóvenes descendientes de libaneses, italianos, serbios y griegos hacia Sidney a modo de protesta. Dos días después un fuerte operativo requisó armas y detuvo a bandas organizadas. A partir de ese fecha, comenzó a llegar la calma.

 

¿Cuáles fueron las consecuencias?

Revueltas, protestas, decenas de heridos e inseguridad. Durante una semana, Australia, alimentada por prejuicios raciales, sufrió el sinsentido del odio en un país históricamente de acogida, pero hubo consecuencias.

Como resultado del desorden a la policía de NSW se le otorgaron poderes sin precedentes para buscar y detener a personas en el estado, requisar bienes, incluso el poder de clausuras áreas, calles o vecindarios en caso de disturbios. Se creó un nuevo delito de asalto y la pena máxima por disturbios se aumentó a 10 años.

También se estableció una comisión, conocida como Strike Force Neil, para analizar el comportamiento de la policía y evaluar el avance y consecuencias de los disturbios. Además, se publicó una encuesta realizada por la Universidad de McQuarie que afirmaba que los suburbios predominantemente con población anglosajona eran más intolerantes a otras razas o culturas. Entre ellos, se encontraban Cronulla, Woollahra, Mosman, Liverpool, Concord, y Sutherland.

El mapa de racismo en la ciudad de Sidney, fue utilizado por el Gobierno para aplicar programas de educación para la tolerancia.

En cuando a Cronulla, regresó la calma, pero se le sigue recordando como el foco de aquellos actos vandálicos que tanto avergonzaron al país, aunque residentes defienden que hoy, Cronulla, nada tiene que ver con lo que fue hace años.

 

¿Cómo nos afecta?

Australia siempre ha sido un país de acogida y convivencia. Sin embargo, aquella semana de 2005, hace sólo 13 años, nos recuerda que el sentimiento local y el rechazo a otras comunidades, continúa muy presente. Las decisiones políticas, cada vez más estrictas ante la llegada del inmigrante, las encuestas y especialmente el desconocimiento o el miedo a perder calidad de vida, hace que el rechazo y el racismo sigan a la orden del día. Especialmente en pequeños detalles cotidianos. Pero, ¿ha cambiado la percepción local sobre el extranjero? o bien ¿Podría volver a suceder lo que ocurrió en Cronulla?.


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Published 13 December 2018 5:29pm
Updated 13 December 2018 5:47pm
By Noelia Blasco


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